Ya durante el Porfiriato se había comenzado a impulsar la idea de usar aviones con fines de combate. Incluso se envió a los jóvenes Nicolás Martínez y Federico Cervantes a Francia. Esto con el fin de que aprendieran a manejar globos y dirigibles.
No obstante, el entusiasmo por los elementos aéreos fue brevemente interrumpido por el estallido de la Revolución Mexicana. A pesar de ello, no tardó en ser retomado. De hecho, después de que Porfirio Díaz se exiliara, los revolucionarios utilizaron aeronaves para contrabandear armamento ligero y correspondencia.
Tiempo después, con la Decena Trágica y el ascenso de Victoriano Huerta a la presidencia, numerosos grupos armados se levantaron en su contra. Entre ellos estaba Venustiano Carranza.
El general Venustiano Carranza tampoco ignoraba la importancia y utilidad de las nuevas tecnologías aladas. Por ello, mandó a sus sobrinos (Gustavo y Alberto Salinas) a estudiar aviación. No obstante, el Ejército no contaba con ningún avión.
Al poco tiempo, Carranza ordenó que se comprara uno. Sus agentes eligieron un biplano tipo Martin. El biplano recibió el nombre de Sonora.
Sin embargo, el 15 de abril de 1914, tuvo lugar un hecho que marcaría la historia bélica mundial: se dio el primer combate aeronaval de la historia. Esto sucedió en la llamada Batalla de Topolobampo en la que, Gustavo Salinas, el sobrino de Carranza, piloteó al Sonora y atacó al buque Guerrero (que era parte de las tropas de Huerta).
Como consecuencia, el buque se vio obligado a retroceder. Finalmente, la Batalla resultó una gran victoria para las fuerzas de Carranza. Estas ocuparon el puerto y el buque Tampico y los utilizaron en contra de sus enemigos. Finalmente, gracias a esta y a otras victorias, los constitucionalistas lograron derrocar a Huerta y Carranza se convirtió en el nuevo presidente.
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